domingo, 28 de marzo de 2010

FOTOGRAFIAS DEL RECUERDO DE EMANUEL REYES DEL SUR

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EN ESTA SECCION PODRAS VER HERMOSAS FOTOGRAFIAS DE RECUERDO
ESTA FUE LA PRIMERA PIEDRA PARA EDIFICAR CASA DE ORACION

















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martes, 9 de marzo de 2010

00-La iglesia, según el modelo del Nuevo Testamento

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La iglesia, según el modelo del Nuevo Testamento
Paul Rogers

Esto es lo que Hebreos 8.5, dice: “… como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.

Todo estudiante de la Biblia recuerda que cuando Moisés estuvo en el Monte Sinaí, a él se le mostró el modelo para la morada del tabernáculo. Se le especificaron las dimensiones, su diseño y los materiales que debía usar. Luego el Señor le dijo: “Mira, haz todas las cosas conforme al modelo”. Se trataba del lugar en el cual Dios tendría un singular encuentro con su pueblo.
¿Puede usted pensar en alguna cosa que valiera la pena y que se haya hecho sin haber tenido un modelo? Una casa se construye y llega a ser un gran edificio, el cual es admirado por generaciones; pero ella tuvo que haber existido primero en la mente de un dueño y en los documentos de un contratista.



Una de las cosas más maravillosas que usted verá en su vida es el cometa Halley. Cuando se vio la última vez, abarcaba casi la mitad del firmamento. Su cola abarcaba desde el horizonte hasta casi el centro del firmamento. Se le llama cometa Halley porque a finales de los 1600, y a principios de los 1700, un astrónomo llamado Sir Edmund Halley, un amigo y colaborador de Sir Isaac Newton, comenzó a estudiarlo. Él observó que había aparecido en 1606. Comenzó a notar, a medida que examinaba la historia —hasta el 240 a.C.— que cada setenta y seis años fue visto en el firmamento. Aunque en realidad no lo vio, predijo que cuando llegara el año 1758, el cometa estaría aquí nuevamente, y así fue. Fue el hombre que descubrió que existe un modelo en los cielos, que aun las estrellas del firmamento no se mueven sin rumbo. Todo lo que Dios hace, lo hace según un modelo.
Lo mismo sucede con la Biblia. A Noé se le mandó que construyera un arca, pero había un modelo definido. El arca debía ser hecha de cierto tipo de madera, de madera de gofer. Debía construirse de cierta longitud, anchura y altura. Debía tener una puerta y una ventana. Esto es lo que Génesis 6.22 dice: “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”. A Caín y Abel, los dos primeros adoradores de los que leemos en la historia del mundo, se les dio un modelo por el cual debían adorar. Esto es lo que Hebreos 11.4 dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo,…” Abel fue aceptado porque adoró según el modelo de Dios.

Un modelo divino está funcionando en la iglesia. Debemos tener cuidado en hacer todas las cosas según el modelo.

PARA LA OBEDIENCIA AL EVANGELIO

En primer lugar, se ha dado un modelo para la obediencia al evangelio. Lo que usted hallará en Hechos, es que en el tiempo posterior al momento en que se dio la gran comisión, a toda persona que habría de seguir a Cristo, se le mandó que crea que en él, se arrepienta de sus pecados, confiese que cree, y sea bautizado. Éste es el modelo.

Sé del malhechor que murió en la cruz. Pero él murió en un tiempo anterior al momento en que se dio la gran comisión. Después de que Cristo fue resucitado, él dio la gran comisión la cual dijo que habría de durar “hasta el fin de mundo” (Mateo 28.20). Todos aquellos, de los cuales leemos en Hechos, después de aquel tiempo, siguieron ese mismo modelo. Los tres mil de los que habla Hechos 2, creyeron en Cristo y se les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2.38). Esto es lo que leemos: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia…” (Hechos 2.47); “… y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11.26). En Hechos 8, un etíope, al creer en Cristo, fue bajado al agua después de confesar su fe y fue bautizado. En Hechos 9, Saulo de Tarso, al ver al Señor y arrepentirse de sus pecados, se le ordenó que se levantara y se bautizara para lavar sus pecados. En Hechos 10.48, Cornelio, al creer en el Señor y al querer ser justo, se le ordenó que se bautizara. En Hechos 16, un carcelero de Filipos, al creer en Cristo y arrepentirse de sus pecados, fue bautizado la misma noche en que lo anterior sucedió. Usted no hallará ni la más leve desviación en ninguno de los veintiocho capítulos de Hechos. Esto es lo que leemos: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17); “… sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11.6); “Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan” (Hechos 17.30); “… con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10.10). “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como
Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6.4). Ése es el modelo.
¿Qué, pues, se nos instruye que hagamos? Se nos dice que hagamos, en primer lugar, lo que él dijo que hay que hacer. En segundo lugar, se nos dice que hagamos lo que él dijo que hay que hacer de la forma que él dijo que hay que hacerlo. En tercer lugar, se nos dice que hagamos lo que él dijo que hay que hacer de la forma que él dijo que hay
que hacerlo, por las razones que él dio para hacerlo. Suponga que Dios me dijera: “Paul Rogers, vete al sur a trabajar”. Si yo fuera al norte a trabajar, lo habría desobedecido. Si me dijera: “Vete al sur y trabaja en una fábrica”, y yo fuera al sur, a trabajar en una finca, todavía lo habría desobedecido. Y si me dijera: “Vete al sur, a trabajar en una fábrica y haz dinero, pero da el dinero a la iglesia”, y yo fuera al sur, a trabajar en una fábrica, e hiciera dinero, pero le diera el dinero a la Cruz Roja, todavía lo habría desobedecido. Debo hacer lo que él dice que haga: Ir al sur. Trabajar en una fábrica, y debo hacerlo para el propósito que él dio: para hacer dinero y darlo a su iglesia. Debo ser bautizado. Debo ser bautizado de la manera que él dijo: sepultado por el bautismo. Debo ser bautizado para el propósito que el dio: para lavar mis pecados.

PARA LA ADORACIÓN

Hay un modelo divino para la adoración. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4.24). Pero suponga que yo dijera: “Quiero adorar en espíritu. Quiero que todos nos entusiasmemos y nos llenemos de alabanza y gozo, pero no estoy particularmente interesado en la verdad, sólo en el espíritu”. Dios dijo que hemos de adorarle tanto en espíritu, como en verdad.
Dios nos dio un modelo de oración. En 1 Corintios 14, y en Hechos 2.42, leemos acerca de lo que la iglesia ha de hacer en oración. Dios tiene un modelo para participar en la cena del Señor: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa…” (1 Corintios 11.26); “El primer día de la semana…” (Hechos 20.7). No solamente el Nuevo Testamento confirma que la iglesia primitiva participaba de la cena del Señor cada domingo, también el testimonio de la historia de la iglesia lo confirma.

Hay un modelo para el dar de nuestro dinero para la obra del Señor. 1 Corintios 16.2, dice: “Cada primer día de la semana…”. Dios tiene un modelo para predicar su palabra.
Hechos 20.7 dice: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba…”.
Un modelo divino para el cántico y el hacer melodía en nuestros corazones ha sido dado. Sólo unas pocas referencias a la música, en la iglesia, se encuentran en el Nuevo Testamento; pero todas se refieren a la música vocal: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5.19); “… cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3.16); “… cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Corintios 14.15). Cualquier cosa que le añada a esto es conjetura. Debemos seguir el modelo. Para mí, el que yo le diga que venga al servicio de adoración y que tendremos un enorme órgano para llenar la asamblea, con un sonido melodioso, sería erróneo. Por casi mil años después de Cristo, nadie se atrevió a decir que eso era adoración. El modelo que se ha dado es que hemos de cantar y hacer melodía en nuestros corazones al Señor.

PARA EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

Es un modelo divino el que se da para el gobierno de la iglesia. La gente sostiene toda clase de posiciones religiosas para las cuales no hay modelo. En la Biblia no se encuentran papas, ni cardenales, ni arzobispos, ni patriarcas. Los hombres están de pie ante otros hombres y se refieren a ellos con títulos religiosos que no tienen asidero en la Escritura. Todo lo que podemos encontrar en el Nuevo Testamento son los ancianos y diáconos. Podemos leer acerca de ellos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Los ancianos también son llamados obispos. Las palabras se usan para referirse al mismo oficio, en 1 Timoteo y en Tito. Cuando uno ha dicho ancianos y diáconos, ya ha mencionado toda la organización que tiene la iglesia del Nuevo Testamento. Esto es lo que leemos: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia,…” (Hechos 14.23).

Suponga que yo debiera decir que vamos a nombrar a un director de pista. Suponga que vamos a seleccionar a uno de los hombres más entusiastas de esta iglesia, y que éste va a convertirse en el director de pista de Dios en esta iglesia. Usted me detendría y me diría: “¿De dónde tomaste tal idea? ¿En dónde leíste jamás de un director de pista en la Biblia?”. Yo le diría: “En el mismo versículo que usted leyó acerca de un arzobispo, el mismo versículo, en donde usted encuentra un papa, el mismo versículo en el que usted encuentra un patriarca”. La única organización que la iglesia tiene es la que forman los ancianos y los diáconos. Esto es lo que Gálatas 1.8, dice: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”.

CONCLUSIÓN

Hace varios años, uno de nuestros misioneros en el medio oriente, hablaba acerca del viajar por aquella parte del mundo. Dijo que estaba con un grupo de personas una vez en el campo. Como no estaban seguros de la dirección que debían tomar, detuvieron a un hombre y le preguntaron: “¿Es éste el camino a esta ciudad?”. El hombre respondió
Afirmativamente: “Éste es el camino”. Pero después de varios kilómetros de andar, el
misionero dijo:
“Nos dimos cuenta, no sólo que estábamos en el camino equivocado, sino que íbamos en dirección opuesta a la que nos habíamos propuesto”. Así que le preguntaron a un hombre del pueblo: “¿Por qué nos habría dicho: ‘éste es el camino’, cuando está totalmente en dirección contraria?”. Él dijo: “En esta parte del mundo, especialmente, cuando usted trata con un extranjero, se considera descortés decirle algo a una persona que ella no quiere oír. Uno tiene que estar de acuerdo con la persona, sea que esté en lo correcto o equivocada. Es un acto de descortesía el estar en desacuerdo con la persona”.
Más triste que esto es que un gran número de púlpitos deberían estar en desacuerdo con las personas, y deberían tener la valentía paradecirles a aquellos a los cuales les están predicando: “No estás andando por el mismo camino que se da en el Nuevo Testamento. Necesitan regresar y comenzar de nuevo y seguir el modelo”.
No es nuestro deseo ser el juez de los corazones de los hombres. Dios es el juez. Pero debemos tratar lo mejor que podemos, de seguir el modelo. Si fue importante para Moisés el hacer todas lascosas según el modelo, y para Noé el construir según el modelo, y si todo lo que hay en la tierra descansa en un modelo, ¿no debería yo seguir el modelo de Dios para la obediencia al evangelio, la adoración a Dios, y la organización de la iglesia? T.B. Larimore, aquél que fue el más grande de los predicadores, según opinan los historiadores, cerraba casi todo sermón que predicara en campañas evangelísticas, de la misma manera. Considere ahora sus palabras: “Hermanos, tomen a Dios por su palabra, crean lo que él dice, obedezcan lo que ordena, esfuércense por ser tan sólo lo que él requiere, y déjenle los resultados a él”.

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01-La iglesia, según el modelo del Nuevo Testamento

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La iglesia, según el modelo del Nuevo Testamento

Paul Rogers
Esto es lo que Hebreos 8.5, dice: “… como se le advirtió a Moisés cuando iba a erigir el tabernáculo, diciéndole: Mira, haz todas las cosas conforme al modelo que se te ha mostrado en el monte”.

Todo estudiante de la Biblia recuerda que cuando Moisés estuvo en el Monte Sinaí, a él se le mostró el modelo para la morada del tabernáculo. Se le especificaron las dimensiones, su diseño y los materiales que debía usar. Luego el Señor le dijo: “Mira, haz todas las cosas conforme al modelo”. Se trataba del lugar en el cual Dios tendría un singular encuentro con su pueblo.



¿Puede usted pensar en alguna cosa que valiera la pena y que se haya hecho sin haber tenido un modelo? Una casa se construye y llega a ser un gran edificio, el cual es admirado por generaciones; pero ella tuvo que haber existido primero en la mente de un dueño y en los documentos de un contratista.

Una de las cosas más maravillosas que usted verá en su vida es el cometa Halley. Cuando se vio la última vez, abarcaba casi la mitad del firmamento. Su cola abarcaba desde el horizonte hasta casi el centro del firmamento. Se le llama cometa Halley porque a finales de los 1600, y a principios de los 1700, un astrónomo llamado Sir Edmund Halley, un amigo y colaborador de Sir Isaac Newton, comenzó a estudiarlo. Él observó que había aparecido en 1606. Comenzó a notar, a medida que examinaba la historia —hasta el 240 a.C.— que cada setenta y seis años fue visto en el firmamento. Aunque en realidad no lo vio, predijo que cuando llegara el año 1758, el cometa estaría aquí nuevamente, y así fue. Fue el hombre que descubrió que existe un modelo en los cielos, que aun las estrellas del firmamento no se mueven sin rumbo. Todo lo que Dios hace, lo hace según un modelo. Lo mismo sucede con la Biblia. A Noé se le mandó que construyera un arca, pero había un modelo definido. El arca debía ser hecha de cierto tipo de madera, de madera de gofer. Debía construirse de cierta longitud, anchura y altura. Debía tener una puerta y una ventana. Esto es lo que Génesis 6.22 dice: “Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó”.

A Caín y Abel, los dos primeros adoradores de los que leemos en la historia del mundo, se les dio un modelo por el cual debían adorar. Esto es lo que Hebreos 11.4 dice: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo,…” Abel fue aceptado porque adoró según el modelo de Dios.
Un modelo divino está funcionando en la iglesia. Debemos tener cuidado en hacer todas las cosas según el modelo.

PARA LA OBEDIENCIA AL EVANGELIO

En primer lugar, se ha dado un modelo para la obediencia al evangelio. Lo que usted hallará en Hechos, es que en el tiempo posterior al momento en que se dio la gran comisión, a toda persona que habría de seguir a Cristo, se le mandó que crea que en él, se arrepienta de sus pecados, confiese que cree, y sea bautizado. Éste es el modelo.
Sé del malhechor que murió en la cruz. Pero él murió en un tiempo anterior al momento en que se dio la gran comisión. Después de que Cristo fue resucitado, él dio la gran comisión la cual dijo que habría de durar “hasta el fin de mundo” (Mateo 28.20). Todos aquellos, de los cuales leemos en Hechos, después de aquel tiempo, siguieron ese mismo modelo. Los tres mil de los que habla Hechos 2, creyeron en Cristo y se les dijo: “Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2.38). Esto es lo que leemos: “Y el Señor añadía cada día a la iglesia…” (Hechos 2.47); “… y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía” (Hechos 11.26). En Hechos 8, un etíope, al creer en Cristo, fue bajado al agua después de confesar su fe y fue bautizado. En Hechos 9, Saulo de Tarso, al ver al Señor y arrepentirse de sus pecados, se le ordenó que se levantara y se bautizara para lavar sus pecados. En Hechos 10.48, Cornelio, al creer en el Señor y al querer ser justo, se le ordenó que se bautizara. En Hechos 16, un carcelero de Filipos, al creer en Cristo y arrepentirse de sus pecados, fue bautizado la misma noche en que lo anterior sucedió. Usted no hallará ni la más leve desviación en ninguno de los veintiocho capítulos de Hechos.
Esto es lo que leemos: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10.17); “… sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11.6); “Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar que se arrepientan” (Hechos 17.30);
“… con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10.10). “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” (Romanos 6.4). Ése es el modelo.

¿Qué, pues, se nos instruye que hagamos? Se nos dice que hagamos, en primer lugar, lo que él dijo que hay que hacer. En segundo lugar, se nos dice que hagamos lo que él dijo que hay que hacer de la forma que él dijo que hay que hacerlo. En tercer lugar, se nos dice que hagamos lo que él dijo que hay que hacer de la forma que él dijo que hay que hacerlo, por las razones que él dio para hacerlo.
Suponga que Dios me dijera: “Paul Rogers, vete al sur a trabajar”. Si yo fuera al norte a trabajar, lo habría desobedecido. Si me dijera: “Vete al sur y trabaja en una fábrica”, y yo fuera al sur, a trabajar en una finca, todavía lo habría desobedecido. Y si me dijera: “Vete al sur, a trabajar en una fábrica y haz dinero, pero da el dinero a la iglesia”, y yo fuera al sur, a trabajar en una fábrica, e hiciera dinero, pero le diera el dinero a la Cruz Roja, todavía lo habría desobedecido. Debo hacer lo que él dice que haga: Ir al sur. Trabajar en una fábrica, y debo hacerlo para el propósito que él dio: para hacer dinero y darlo a su iglesia. Debo ser bautizado. Debo ser bautizado de la manera que él dijo: sepultado por el bautismo. Debo ser bautizado para el propósito que el dio: para lavar mis pecados.

PARA LA ADORACIÓN
Hay un modelo divino para la adoración. “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren” (Juan 4.24). Pero suponga que yo dijera: “Quiero adorar en espíritu. Quiero que todos nos entusiasmemos y nos llenemos de alabanza y gozo, pero no estoy particularmente interesado en la verdad, sólo en el espíritu”. Dios dijo que hemos de adorarle tanto en espíritu, como en verdad.

Dios nos dio un modelo de oración. En
1 Corintios 14, y en Hechos 2.42, leemos acerca de lo que la iglesia ha de hacer en oración.
Dios tiene un modelo para participar en la cena del Señor: “Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa…” (1 Corintios 11.26); “El primer día de la semana…” (Hechos 20.7). No solamente el Nuevo Testamento confirma que la iglesia primitiva participaba de la cena del Señor cada domingo, también el testimonio de la historia de la iglesia lo confirma. Hay un modelo para el dar de nuestro dinero para la obra del Señor. 1 Corintios 16.2, dice: “Cada primer día de la semana…”.

Dios tiene un modelo para predicar su palabra. Hechos 20.7 dice: “El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba…”.
Un modelo divino para el cántico y el hacer melodía en nuestros corazones ha sido dado. Sólo unas pocas referencias a la música, en la iglesia, se encuentran en el Nuevo Testamento; pero todas se refieren a la música vocal: “hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Efesios 5.19); “… cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales” (Colosenses 3.16); “… cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento” (1 Corintios 14.15). Cualquier cosa que le añada a esto es conjetura. Debemos seguir el modelo.

Para mí, el que yo le diga que venga al servicio de adoración y que tendremos un enorme órgano para llenar la asamblea, con un sonido melodioso, sería erróneo. Por casi mil años después de Cristo, nadie se atrevió a decir que eso era adoración. El modelo que se ha dado es que hemos de cantar y hacer melodía en nuestros corazones al Señor.

PARA EL GOBIERNO DE LA IGLESIA

Es un modelo divino el que se da para el gobierno de la iglesia. La gente sostiene toda clase de posiciones religiosas para las cuales no hay modelo. En la Biblia no se encuentran papas, ni cardenales, ni arzobispos, ni patriarcas. Los hombres están de pie ante otros hombres y se refieren a ellos con títulos religiosos que no tienen asidero en la Escritura.

Todo lo que podemos encontrar en el Nuevo Testamento son los ancianos y diáconos. Podemos leer acerca de ellos en 1 Timoteo 3 y Tito 1. Los ancianos también son llamados obispos. Las palabras se usan para referirse al mismo oficio, en 1 Timoteo y en Tito. Cuando uno ha dicho ancianos y diáconos, ya ha mencionado toda la organización que tiene la iglesia del Nuevo Testamento. Esto es lo que leemos: “Y constituyeron ancianos en cada iglesia,…” (Hechos 14.23).

Suponga que yo debiera decir que vamos a nombrar a un director de pista. Suponga que vamos a seleccionar a uno de los hombres más entusiastas de esta iglesia, y que éste va a convertirse en el director de pista de Dios en esta iglesia. Usted me detendría y me diría: “¿De dónde tomaste tal idea? ¿En dónde leíste jamás de un director de pista en la Biblia?”. Yo le diría: “En el mismo versículo que usted leyó acerca de un arzobispo, el mismo versículo, en donde usted encuentra un papa, el mismo versículo en el que usted encuentra un patriarca”. La única organización que la iglesia tiene es la que forman los ancianos y los diáconos.

Esto es lo que Gálatas 1.8, dice: “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema”.




CONCLUSIÓN

Hace varios años, uno de nuestros misioneros en el medio oriente, hablaba acerca del viajar por aquella parte del mundo. Dijo que estaba con un grupo de personas una vez en el campo. Como no estaban seguros de la dirección que debían tomar, detuvieron a un hombre y le preguntaron: “¿Es éste el camino a esta ciudad?”. El hombre respondió afirmativamente: “Éste es el camino”. Pero después de varios kilómetros de andar, el misionero dijo:
“Nos dimos cuenta, no sólo que estábamos en el camino equivocado, sino que íbamos en dirección opuesta a la que nos habíamos propuesto”. Así que le preguntaron a un hombre del pueblo: “¿Por qué nos habría dicho: ‘éste es el camino’, cuando está totalmente en dirección contraria?”. Él dijo: “En esta parte del mundo, especialmente, cuando usted trata con un extranjero, se considera descortés decirle algo a una persona que ella no quiere oír. Uno tiene que estar de acuerdo con la persona, sea que esté en lo correcto o equivocada. Es un acto de descortesía el estar en desacuerdo con la persona”.

Más triste que esto es que un gran número de púlpitos deberían estar en desacuerdo con las personas, y deberían tener la valentía para decirles a aquellos a los cuales les están predicando: “No estás andando por el mismo camino que se da en el
Nuevo Testamento. Necesitan regresar y comenzar de nuevo y seguir el modelo”.

No es nuestro deseo ser el juez de los corazones de los hombres. Dios es el juez. Pero debemos tratar lo mejor que podemos, de seguir el modelo. Si fue importante para Moisés el hacer todas las cosas según el modelo, y para Noé el construir según el modelo, y si todo lo que hay en la tierra descansa en un modelo, ¿no debería yo seguir el modelo de Dios para la obediencia al evangelio, la adoración a Dios, y la organización de la iglesia?

T.B. Larimore, aquél que fue el más grande de los predicadores, según opinan los historiadores, cerraba casi todo sermón que predicara en campañas evangelísticas, de la misma manera. Considere ahora sus palabras: “Hermanos, tomen a Dios por su palabra, crean lo que él dice, obedezcan lo que ordena, esfuércense por ser tan sólo lo que él requiere, y déjenle los resultados a él”. ¦

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02-Introducción

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Introducción


I. ¿POR QUÉ ESTUDIAR LA HISTORIA BÍBLICA?
La pregunta es apropiada. Se espera del ministro que estudie la Biblia. Es su oficio conocerla, y enseñársela a otros. Se espera de todos los cristianos que lean sus Biblias como un medio para la edificación personal en privado. Pero, ¿por qué hacer que un curso sistemático de historia bíblica forme parte de un currículo universitario?

1. Porque la Biblia es tan ampliamente conocida. Las historias contenidas en ella son leídas o repetidas en todo hogar de la cristiandad. Ella ocupa la posición suprema en la iglesia, y un lugar honrado en el las organizaciones fraternales, la sala legislativa y en las cortes de justicia. Está entretejida en la más grandiosa y moderna literatura, y ha sido traducida a trescientos idiomas y dialectos. Ya sea directa, o indirectamente, ella crea diez veces más libros que cualquier otro libro del mundo. Un libro tal, tan ampliamente conocido, y tan creativo, debería ser incluido en cualquier plan de cultura liberal.
2. Porque es tan poco conocida. Las personas leen acerca de la Biblia más que la Biblia misma. La leen más de lo que la estudian. El conocimiento de tales personas, acerca de la Biblia, es superficial y fragmentario. No tienen una visión clara e integrada de ella. El estudiante aprende a bosquejar la historia de Egipto y de Persia, de Grecia y Roma. ¿Cuántos graduados universitarios podrían hacer un relato inteligente de Abraham, o Moisés, o David, o de por lo menos una docena de hechos en orden, de la vida de Jesús o de Pablo?


3. Porque el plan de la Biblia es histórico. No es lógico ni científico. La redención se despliega históricamente en sus páginas; debería ser estudiada históricamente. No hay duda de que se puede extraer algo bueno de un versículo, un hecho, un personaje de la Biblia, sacado de su contexto Esta estadística refleja el avance en las traducciones de 1921. Histórico; ¡cuánto más si se le restaurara a sus conexiones! Imagine una obra maestra cortada en fragmentos y exhibida en partes para que la admiremos; ¡por aquí un arbusto, por allá una roca, y en otro fragmento un parche de cielo azul o un plácido lago que lo refleja! Cada parte, sin duda, tiene su propio mérito, sin embargo no es así como las personas estudian las sublimes creaciones artísticas; ni deberían estudiar así las más sublimes revelaciones del Espíritu. En sí mismas, la Magna Carta, las Tesis de Lutero, o el carácter de Abraham Lincoln, son sin duda dignos de estudio diligente; vistos en la perspectiva de la historia, son de interés que sobrepasa. Si usted conociera a Abraham, o a Moisés, o a David, o a Pablo, si usted comprendiera el pacto abrahámico, las escenas del Sinaí y del Calvario, o el sermón de Pentecostés, usted debe conocerlos como partes de una sublime totalidad. La Biblia debería ser estudiada históricamente.

4. Para darse cuenta uno de la unidad que ella guarda. La Biblia no es un libro; se trata de muchos libros. Sus cuarenta autores estuvieron separados por largos trechos de distancia y muchos siglos de tiempo. Procedían de todo nivel cultural, desde arreadores de ganado y pescadores hasta poetas de la realeza y eruditos disciplinados. La gama de matices en cuanto a la clase de composición literaria es igualmente grandiosa; historia, leyes, poesía épica y lírica, proverbios, profecía, parábolas, oración, epístola, sermón, todos encuentran su lugar en estas maravillosas páginas. Además, estos cuarenta autores trabajaron en gran manera sin darse cuenta del trabajo del uno y del otro. Y sin embargo es un libro. Los cuarenta autores trabajaron con una verdadera, aunque inconsciente, unidad de espíritu y propósito. El hilo íntegro del propósito divino, el hilo escarlata de la redención humana mediante el sacrificio divino, corre a través de los sesenta y seis folletos, uniéndolos en uno solo. Poco a poco, era tras era, ese propósito se despliega;
“primero la espiga, luego la mazorca, y por último el grano en la mazorca”. Cristo es el punto de enfoque del cuadro. Sobre su cabeza caen las líneas convergentes, sea que corran hacia adelante desde el paraíso perdido, o hacia atrás, desde el paraíso recobrado. Cristo es la clave; sin él, todo es caos; con él todo es cosmos, belleza, orden y unidad.

5. Como libro de la historia humana. Nadie puede alegar tener una amplia cultura si ignora la historia de su propia raza. Las más sublimes lecciones de heroísmo o necedad personal, las ricas literaturas de todos los tiempos, están engastadas dentro de la historia. La Biblia traza con extraordinaria plenitud el origen y fortunas de una de las razas más extraordinarias, la de los hebreos. El hilo de la historia de ellos está entrelazado con las fortunas de toda gran nación de la antigüedad. Así, Caldea, Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Macedonia y Roma son todas tocadas, a su vez.
6. Para preservar la fe de uno en la Biblia. Superamos mil concepciones de la niñez. Después de años de ausencia regresamos al hogar de nuestra niñez. ¡Cuánto ha cambiado todo! La vieja casa y el granero, los campos en los que jugábamos o trabajábamos, la pendiente de la colina en la que nos deslizábamos, la poza del río en la que nos zambullíamos o pescábamos o el lugar en el que patinábamos, todo se ha reducido en sus dimensiones. Nuestra vida, por dentro y por fuera, se ha agrandado. Junto con otras ideas de la niñez, existe el peligro de que echemos nuestra fe en la Biblia de nuestro padre. Nuestro peligro reside en nuestra real ignorancia de ella; el remedio, en un mejor y más comprensivo conocimiento.

II. EL OBJETO DE LA HISTORIA BÍBLICA
El objeto primordial es religioso. La religión es importante en toda historia. Ella está entrelazada con el arte, la poesía, las leyes, las costumbres, la vida hogareña, a menudo con grandes guerras. Aún así, como regla, se le trata como algo incidental, como algo secundario. La vida intelectual y política, la construcción de los grandes imperios o
de espléndidos monumentos arquitectónicos, la
creación de obras maestras de arte, o del derecho o de la literatura, —éstas son las que tienen el primer lugar.

En la historia bíblica, por el contrario, el propósito religioso es el que predomina. Es cierto que desde el comienzo hasta el final de su maravillosa historia, el pueblo escogido de Dios estuvo en contacto con toda gran nación de la antigüedad. A través de la Biblia nos enteramos de los pasos que los llevaron a su ascendencia al poder, y las causas del descenso de ellos. A pesar de ello, en la Biblia, la historia general es algo incidental. El propósito primordial es trazar el origen y desarrollo histórico de la verdadera religión en sus tres grandes fases —patriarcal, judía, y cristiana. Aun si alguien no creyera en una gran religión histórica, el tal no puede darse el lujo de permanecer sin una concepción inteligente de ella.

III. LAS ERAS DE LA HISTORIA BÍBLICA
Son tres eventos capitales los que dividen la historia bíblica en tres grandes eras o dispensaciones. Éstas son: 1) La entrega de la ley de Moisés en el monte Sinaí; 2) el derramamiento del Espíritu Santo, el día de Pentecostés;
3) La muerte del último de los apóstoles. De manera que las eras pueden ser definidas así:

1. La era patriarcal,2 4004 al 1491 a.C. Desde la creación hasta la entrega de la ley.
2. La era judía, del 1491 a.C. al 30 d.C. Desde la entrega de la ley hasta el derramamiento del Espíritu Santo.
3. La era cristiana, del 30 al 100 d.C. Desde el derramamiento del Espíritu Santo hasta la muerte del apóstol Juan. La característica de la primera, es la familia —revelación familiar, religión familiar, gobierno familiar; la de la segunda, es la nación —religión nacional, un pacto nacional; la de la tercera, es la raza humana —una religión y mensaje que abarcan la totalidad del mundo. Dios habló en la primera era a las familias por medio de los patriarcas; en la segunda, a la nación, por medio de Moisés, y en la tercera, le habla a todo el mundo por medio de su Hijo.

IV. LOS PERÍODOS DE LA HISTORIA DEL
ANTIGUO TESTAMENTO
Para poder poner los eventos de la historia en una perspectiva apropiada, uno debe sujetar firmemente algunas de los hitos de la historia y sus fechas. Una hora que se emplee en conocer los siguientes períodos, con el hábito de siempre referir cada evento a su período correspondiente, demostrará ser un beneficio para toda la vida:

1. Período antediluviano, del 4004 al 2348 a.C. Desde la creación hasta el diluvio.
2. Período postdiluviano, desde el 2348 al 1921 a.C. Desde el diluvio hasta el llamamiento de Abraham.
3. Período patriarcal, desde el 1921 hasta el 1706 a.C. Desde el llamamiento de Abraham
La cronología bíblica temprana es muy incierta. Dado que no hay sistema mejor, el de Ussher, que es el que se hace notar en los márgenes de nuestras Biblias, es el que seda aquí. Es probable que el Éxodo pertenezca a un tiempo de cien a ciento cincuenta años después.hasta la migración a Egipto.

4. Período de esclavitud, desde el 1706 al 1491 a.C. Desde la migración a Egipto hasta el Éxodo. 5. Período de andar errantes en el desierto, desde el 1491 al 1451 a.C. Desde el Éxodo hasta el cruce del Jordán.
6. Período de la conquista, desde el 1451 al 1400 a.C. Desde el cruce del Jordán hasta la muerte de Josué.
7. Período de los jueces, desde el 1400 hasta el 1095 a.C. Desde la muerte de Josué hasta la unción de Saúl como rey.
8. Período del reino unido, desde el 1095 al 975 a.C. Desde la unción de Saúl como rey hasta el ascenso de Roboam al trono.

9. Período de los dos reinos, desde el 975 al 722 a.C. Desde el ascenso del Roboam al trono hasta la caída de Samaria.
10. Período de Judá como reino solo, desde el 722 al 586 a.C. Desde la caída de Samaria hasta la caída de Jerusalén.
11. Período del exilio, desde el 586 al 536 a.C. Desde la caída de Jerusalén hasta el regreso del cautiverio bajo el liderazgo de Zorobabel. 12. Período del postexilio, desde el 536 al 400 a.C. Desde el regreso del cautiverio bajo el liderazgo de Zorobabel hasta el cierre del canon del Antiguo Testamento. ¦ Los temas de los libros del Antiguo Testamento Génesis: El libro de los comienzos Éxodo: Desde la esclavitud hasta el establecimiento de la nación Levítico: Leyes, leyes, leyes Números: El vagar en el desierto Deuteronomio: Un avivamiento en las llanuras de Moab Josué: El cumplimiento de la promesa de la tierra Jueces: Cuando todos hacían lo que les parecía correcto ante sus ojos Rut: La lealtad del amor
1 Samuel: Un tiempo de transición
2 Samuel: Un tiempo de transición
1 Reyes: Profetas y reyes
2 Reyes: Profetas y reyes
1 Crónicas: Sacerdotes y reyes
2 Crónicas: Sacerdotes y reyes
Esdras: Los dos primeros regresos de los cautivos —la reconstrucción del templo y reformas
Nehemías: La reconstrucción de la ciudad de Jerusalén
Ester: La salvación de los judíos de la destrucción
Job: ¿Por qué sufren los justos?
Salmos: El himnario judío
Proverbios: Palabras para la vida sabia y llena de recompensas
Eclesiastés: “¿Cuál es el propósito del ser humano?”
Cantares: Lo amoroso del amor
Isaías: El profeta mesiánico
Jeremías: El profeta llorón
Lamentaciones: Cinco cánticos de tristeza
Ezequiel: El profeta junto al río Quebar
Daniel: El profeta de propósito, oración y profecía
Oseas: El profeta cuyo hogar se desintegró
Joel: El profeta de la plaga de langostas y de Pentecostés
Amós: El profeta de la justicia social y del estilo literario
Abdías: Edom, Edom, Edom
Jonás: El profeta prejuiciado
Miqueas: el profeta de los pobres y de los juegos de palabras
Nahum: El canto fúnebre para Nínive
Habacuc: El profeta del “con todo”
Sofonías: El profeta de la linterna del juicio (1.12)
Hageo: El profeta del período del Postexilio de la exhortación literal
Zacarías: El profeta del período del postexilio de la exhortación simbólica
Malaquías: El profeta que tenía la última palabra, la palabra de Dios para el fin de la era.

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03-Período antediluviano, desde el 4004 al 2348 a.C.

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Período antediluviano, desde el 4004 al 2348 a.C.
Desde la creación hasta el diluvio Génesis 1.1—8.13


Introducción: El libro de Génesis.

Génesis (generación, comienzo) es un “libro de orígenes”. Génesis 1.1 da la génesis de todas las cosas. La frase “generación de…” aparece diez veces en el hebreo original, tal como sigue: “las generaciones y de la tierra”, Génesis 2.4; “de Adán”, 5.1; de Noé, 6.9; “de los hijos de Noé” 10.1; “de Sem”, 11.10; “de Taré”, 11.27; “de Ismael”, 25.12;
“de Isaac”, 25.19; “de Esaú”, 36.1; “de Jacob”, 37.2. Este uso frecuente de la fórmula no es casual. El autor está tratando en forma consciente con los comienzos de la historia. Esta característica del primer libro de la Biblia atrajo la atención desde el comienzo, y por ello se le llamó apropiadamente “Génesis”.

1. La génesis del universo (Génesis 1.1).
a. El problema ilustrado.— Supongamos que se nos da una barra de acero, y que podemos hacer con ella: martillos, tijeras, agujas, resortes para reloj, etc. Eso no es creación sino transformación. ¿De dónde provino el acero? ¿Quién lo hizo? He aquí un universo; el sol, las estrellas, los mares, los millares de aspectos de la vida. La pregunta más importante no es con respecto a la transformación, sino respecto a los orígenes.


b. El problema resuelto.— Por siglos se lidió con el problema haciendo uso de la razón. Se ofrecieron soluciones para explicar el origen del universo tales como: “es eterno”,“es producto del azar”, “fue hecho por sí solo”. Otras soluciones fueron desfiguradas con el crudo politeísmo. En medio de esta “Babel” de opiniones, el autor del Génesis ve claramente que no hay azar, que nada se hace por sí mismo; que todo efecto debe tener una causa adecuada. Una sola palabra de su inspirada pluma resuelve el problema; “En el principio creó DIOS los cielos y la tierra”.1 DIOS es la solución. Se tiene a DIOS como un hecho dado, y todo lo demás sigue. “Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió” (Salmos 33.9). 1 Génesis 1.1.

c. El tiempo.— “En el principio…”. La ciencia habla con presumida erudición, de millones de años. Génesis simplemente dice “En el principio...” (Génesis 1.1).
2. La génesis de orden (Génesis 1.2—2.3). El registro de la creación apunta a
a) un caos primigenio, “la tierra estaba desordenada y vacía”;
b) una materia en proceso de organización; “el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”;2
c) seis días sucesivos.
1) Génesis de la luz. El autor de la hipótesis de la nebulosa fue Laplace. La misma fue propuesta, no para darle apoyo a Génesis, sino para darle una explicación al origen del universo. Según esta teoría, la condensación de la materia gaseosa estuvo acompañada de una luz que emitía un intenso calor. Los hombres consideraron tonto a Moisés por referirse a la creación de la luz antes de la del sol, y a Laplace, lo consideraron un científico, por hacer lo mismo.
2) Génesis del firmamento o de la expansión. La corteza de la tierra se enfrió; la espesa capa de vapores se condensó y cayó en forma de lluvia o se levantó en forma de nubes, y la expansión del firmamento llegó a ser visible, como una tienda de azul sin límites por encima.
3) Génesis de los continentes, de los mares y de la vegetación. Parece que hubo un mar universal, sin continentes, ni islas, ni playas. Dios habla; los continentes emergen del lecho de los océanos; las islas pueblan los mares, aparecen desnudas al principio, pero con el paso del tiempo se cubren de vegetación.
4) Génesis del sol, la luna y las estrellas. El registro de la creación se puede concebir como “fenomenal” o “panorámico”; i.e., que describe eventos en la forma que se le presentan a un espectador terrestre. Los cuerpos celestiales sin duda existían antes del cuarto día, pero hasta entonces fue que llegaron a ser visibles para la tierra.
5) La génesis de la vida marina y de las aves. La línea de la vida se cruza. Hasta ese momento ninguna bestia había andado sobre la tierra,

2 Génesis 1.2. ningún ave había surcado el aire, ningún pez había llenado los mares. Una vez más el edicto divino es emitido, y el aire y los mares se llenan de vida. Es la era de los moluscos y de los reptiles, de las aves y de los peces.
6) Génesis de la vida terrestre y del hombre. La característica del sexto día es el hombre; la característica del hombre es que es hecho a la imagen de Dios (Génesis 1.27). Se usa la palabra “creó” tres veces en este capítulo; en 1.1, se refiere a la creación del universo; en 1.21, al origen de la vida animal; en 1.27, a la génesis del hombre. En la primera se cruza la línea entre lo que no es y lo que es, en la segunda, entre lo no viviente y lo viviente, en la tercera, entre lo bruto y lo humano. En su aspecto inferior el hombre es la imagen de la tierra a la cual vuelve, de la vida vegetal que se arraiga en su suelo, y de la bestia que corre sobre su superficie. Pero el hombre mira hacia arriba, hacia el firmamento, algo que las demás especies no hacen. Él es imagen de Dios en los siguientes aspectos:
i) En poder para la comprensión inteligente. Antes del hombre había orden y belleza; pero no había ningún ser sobre la tierra que apreciara tal orden y belleza, ni que hiciera conexión entre causa y efecto. Sólo Dios pudo crear; sólo el hombre, hecho a la imagen de Dios, puede percibir el plan y la belleza de la creación de Dios.
ii) En inteligencia, en sentimientos apropiados.
iii) En poder, para la inteligente elección de opciones.
iv) En naturaleza moral, con sentido de lo bueno y lo malo.
v) En dominio. La frase “señoree en”3 es su carta de privilegios como colonizador. Ella le da título sobre la tierra y todos sus productos. Ella también cubre la creación material de un significado moral: su finalidad es el hombre, cuya suprema finalidad es Dios. Son uno o dos los rasgos del registro de la creación que son dignos de notar especialmente:

1) Su extraordinaria armonía con los resultados establecidos de la ciencia, respecto de una génesis, en que el caos precedió al orden; en que la creación no fue simultánea; en que procedió en forma progresiva; en que el progreso fue de un orden inferior a uno superior; y finalmente, en el acuerdo general en cuanto a que hubo un orden de creaciones sucesivas. ¿Es el primer capítulo de Génesis una obra producto de la especulación? ¿Habrían especulado tan bien Darwin, o Tyndall, o Huxley en una era no científica? 2) No es historia en el sentido estricto del término. La historia hace uso de fuentes humanas de información; la tradición oral, las leyes escritas y los documentos, los monumentos antiguos. Ninguna tradición puede abarcar la aparición del hombre sobre la tierra. Debió haber sido un apocalipsis, una revelación sobrenatural. Así es como la Biblia comienza, y así es como termina. El pasado desconocido y el futuro desconocido están revelados en las visiones que abren y cierran la Biblia.

3. La génesis del pecado (Génesis 2.4—3.24). Génesis 1.1—2.3 provee un relato general de la creación. Esta sección hace una recapitulación con un relato más particular del hombre. En la primera sección, el tema es la naturaleza con el hombre incluido. Toda la naturaleza es trazada hasta Dios como su fuente inteligente e infinita. En la segunda sección el gran tema es el hombre. Aquí se le describe en su verdadera relación como la corona y señor de la creación, en razón de haber sido hecho a la imagen de su Creador.

a. Estado primigenio.— Entramos aquí a lo que es propiamente historia. La revelación puede emplear fuentes humanas de conocimiento. Nuestro conocimiento del estado primigenio se extiende
a 1) la morada del hombre. Ésta era el Edén. Dos ríos bien conocidos, el Eufrates y el Hidekel (El Tigris) señalan el suroeste de Asia como la cuna del hombre. La tradición generalizada, tal como lo confirma la investigación científica moderna, señala a las altas tierras, al sur del Cáucaso, como la cuna de la raza humana.
2) La sociedad. El hombre no fue hecho para estar solo, ni para hallar una verdadera compañía ni siquiera con las formas superiores de la vida de los brutos. Sólo con los de su propia especie y en la vida en familia es como se obtienen los altos fines de su vida. La creación de Eva enseña la unidad e igualdad esencial de la raza humana.
3) Ocupación. Al hombre no se le creó jamás para el ocio. En el ocio las fuerzas se oxidan, la moral decae. De allí que se le pusiera en el jardín para que lo trabajara y cuidara.
4) Estado moral. El historiador retrata un estado de comunión plena con Dios, la bendición de la inocencia y la confianza perfectas; de gran libertad: “de todo árbol del huerto podrás comer”, con una sola restricción: “mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás”.
5La libertad debe tener límites. El hombre debe respetar la ley, y sujetar el deseo egoísta a un bien superior. Como soberano que es de la tierra, debe estar sujeto a Dios.
b. La trasgresión.- Ya el pecado y el pecador se encuentran en el universo. Ambos encuentran el camino al Edén. La serpiente aparece, ya sea como símbolo o como agente de Satanás (cf. Juan 8.44; Apocalipsis 12.9; 20.2). Note el curso de la tentación y el pecado. Se da una pregunta insinuante: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?”, luego una mentira calumniosa: “No moriréis”.
6 Luego siguen en sucesión rápida, la desconfianza en Dios, el deseo errado, la elección errada, la desobediencia manifiesta. El volver a Dios es el mismo proceso en dirección contraria, como es: creer la verdad, confiar en Dios, el deseo correcto, la elección correcta, la manifiesta sumisión a la voluntad de Dios.

c. La pena.— Después sigue, como resultado natural, necesario, un sentimiento de culpa y alienación; Adán y Eva “se escondieron”.
7 Siguió también la pena judicial: a la mujer, los dolores les son multiplicados; al hombre, el trabajo le es aumentado; sin embargo, se ofrece para ambos: una sublime esperanza, la cual será la simiente prometida que herirá a la serpiente en la cabeza. En Génesis 3.15, a la entrada misma del Edén perdido, obtenemos el primer indicio de profecía de la obra redentora de Cristo.
4. Ecos de la creación y de la caída. Algunas obras de la literatura antigua contienen interesantes trazas de los grandes hechos aquí registrados.
8 Pero son narrados con concepciones paganas, y están lejos de compararse con el registro sublime de la inspiración. “El relato de la caída, así como el de la creación, ha vagado por todo el mundo. Las naciones paganas lo han transplantado y mezclado con su propia geografía, su historia, su mitología, sin embargo, jamás lo cambiaron tan completamente en su forma, color y espíritu, como para que usted no lo pueda reconocer. Aquí, no obstante, en la ley, se preserva el carácter de un humano universal, de hecho con efectos a nivel mundial; y los gemidos de la creación, la redención que es en Cristo Jesús, y el corazón de todo hombre conspiran en su testimonio de la más literal verdad de la narrativa”.

5. La génesis del sacrificio (Génesis 4.1–15). Los hijos nacieron dentro de este primer hogar humano trayendo con ellos tanto el brillo del sol, como la sombra. Los dos hermanos diferían en sus ocupaciones y en los sacrificios que ofrecían. Había una diferencia más profunda en los hombres mismos. Caín era un labrador de la tierra; Abel, un pastor de ovejas. Uno trajo del fruto de la tierra, una ofrenda de acción de gracias. El otro trajo de los primogénitos de sus ovejas, una ofrenda por el pecado. La ofrenda de Caín era una que sólo Adán y Eva, en la inocencia del Edén, hubieran ofrecido. Ésta no expresaba sentimiento de culpa alguno, ni constituía una oración en la que se pidiera perdón. Además, Caín carecía de la fe de su hermano Abel (Hebreos 11.4). Su espíritu, contrastado con el de Abel, era de incredulidad, de confianza en sí mismo como justo, de obstinación. Era el caso de un fariseo y un publicano, a la entrada del Edén. El odio lleno de celos de Caín lo impulsó a matar; la fidelidad de Abel lo convirtió en mártir. Uno fue el primero de la larga línea de hombres manchados de sangre; el otro, el primero en la poderosa lista de los héroes de Dios.

6. La línea de Caín (Génesis 4.16–26). Caín tuvo un hijo, Enoc, y éste edificó una ciudad a la cual llamó Enoc. Tal como fue el padre, así también fue el hijo. La línea de Caín, fue una raza de emprendedores e impíos. Caín, Enoc, Irad, Mehujael, Metusael y Lamec, constituyen la línea. Sin duda que hubo líneas secundarias. Esto se da porque al final de ella el que aparece es Lamec, en cuya familia las características de la línea culminan. Lamec tuvo dos esposas, las cuales le dieron tres hijos: Jubal, un músico; Jabal, criador de ganados; y Tubal-caín, artífice del metal. La violencia de Caín se repite en Lamec, tal como se muestra en su “canto de guerra”:

Ada y Zila, oíd mi voz;
Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho;
Que un varón mataré por mi herida,
Y un joven por mi golpe.
Si siete veces será vengado Caín,
Lamec en verdad setenta veces siete lo será (Génesis 4.23).

Son dos lecciones las que se pueden sacar de este breve registro: 1) La civilización material no es un don divino, sino un desarrollo puramente humano.
2) La civilización no es religión ni substituto de ella. La línea de Caín nos da las siguientes primeras cosas: asesinato, ciudad, poligamia, músicos, artífices del metal, poesía; de todo menos un ejemplo de un hombre que “[caminara] con Dios”.

7. La línea de Set (Génesis 5). Adán sin duda tuvo otros hijos, después de Set, de los cuales otras líneas descendieron. Ésta parece haber sido preservada porque ella lleva a Noé, quien representa los mejores rasgos, y por medio de quien la raza humana fue perpetuada y la simiente prometida vendría. La línea comprende diez nombres, tal como sigue: Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, Noé. A primera vista pareciera un simple registro de nacimientos, edades y muertes, y singularmentese asemejan a los nombres de la línea de Caín. Pero lo poco que se dice contrasta agudamente con esa línea. En los días de Set y Enós “los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová”;
10 “caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios”;
11 lo cual habla tanto de comunión con Dios, como de bendita inmortalidad. Noé fue “varón justo”, y “con Dios caminó”.
12 Son tan escasos los registros y, a pesar de ello, son tan agudos los contrastes entre los retratos de estas dos líneas de Caín y de Set.

8. La apostasía y el diluvio (Génesis 6.1—8.14). a. Tradiciones del diluvio.— No puede haber duda de que estos capítulos describen un gran evento histórico. Hemos visto que se han encontrado ecos del Edén y de la caída en muchas obras literarias de la antigüedad. Pero ningún otro evento de la historia bíblica antigua está tan plenamente corroborado, como lo está el diluvio. Éste dejó una profunda y permanente impresión. De él se encuentran tradiciones entre las cuatro grandes razas: turania, camita, semita y aria. Varían enormemente; algunas están distorsionadas enormemente por el politeísmo; pero las que están más cerca del sitio en el cual el arca reposó, son las más minuciosas y precisas. Los chinos, los hindúes, los caldeos, los egipcios, los celtas, los lapones, los esquimales, los mexicanos, y los centro y sur americanos, todos han preservado la tradición. La de los caldeos es muy famosa, y es la más parecida al relato bíblico. Existe en dos formas:
1) La de Berosus, un sacerdote de Babilonia que escribió en griego, en el 260 a.C. Esto se ha sabido por muchos siglos. 2) La de las tabletas cuneiformes que fueron desenterradas de las ruinas de Nínive, en el año 1872, después de estar allí veinticinco siglos.
13 b. Causas morales del diluvio.— El diluvio no fue una simple catástrofe física. Fue un sublime evento moral. Lea Génesis 6.5. La sociedad estaba
moralmente corrupta, no había esperanza de restauración. Las causas de la apostasía no son difíciles de encontrar. Lea Génesis 6.1–5. Recuerde lo que se ha dicho de las dos líneas de Caín y Set. Es probable que la flagrante degeneración fuera el resultado de los matrimonios entre la línea de Set (“los hijos de Dios”) y la línea de Caín (“las hijas de los hombres”).14 14 Génesis 6.2.

Así como en todas las concesiones que se lehacen al mal, las ventajas estaban todas del lado equivocado. El resultado de la apostasía fue la destrucción de la raza. El crimen extremo obliga a la pena extrema. El criminal endurecido es al que encarcelamos de por vida, o al que colgamos de su cuello hasta que muera. Los antediluvianos no fueron los últimos que fueron barridos de la tierra por sus crímenes. Las aguas del diluvio, la lluvia de fuego que acabó con Sodoma para siempre, el soplo de pestilencia, las tormentas de guerra, han sido los mensajeros divinos del juicio.

c. Los medios del diluvio.— El que creó la tierra controla abundantes medios para destruirla. Una y otra vez, antes de la era del hombre, la tierra debió haber sido inundada con lluvias, y sumergida bajo los mares. Las fuentes del gran abismo fueron rotas, y las cataratas de los cielos abiertas (Génesis 7.11). Lo que ocurría a menudo antes de la aparición del hombre pudo haber ocurrido fácilmente bajo la providencia de Dios, con un gran propósito moral. Hay porciones de Asia que todavía se encuentran bajo el nivel del mar, y el hundimiento de otras porciones las inundaría y barrería a miles de la faz de la tierra.
d. Duración y extensión del diluvio.— Llovió por cuarenta días. Las aguas continuaron subiendo por ciento cincuenta días, y tardaron en bajar, doscientos veintecinco días. O fue universal o, lo más probable, ocurrió al principio de la historia de la raza humana, antes de que ésta se hubiese diseminado ampliamente. Ambos puntos de vista dan fe de una tradición universal.
e. Noé y el diluvio.— Algunos nombres se asocian para siempre con grandes épocas. Lincoln, con la Emancipación, Cromwell con la Comunidad Británica, Moisés con el Éxodo; así también Noé con el diluvio. Lea Génesis 6.9; 7.1; Ezequiel 14.14. Noé fue un hombre de Dios, una figura heroica en una era de apostasía. Altar tras altar se derrumbaron, excepto los fuegos del altar de Noé, los cuales no se apagaron sino hasta que el diluvio lo hizo. Es necesaria la valentía para poder estar firme solo. Pero Noé se atrevió a llevar el liderazgo hacia donde pocos se atrevieron a seguir. La obediencia absoluta y la seguridad de Noé, la corrupción sin esperanza y la ruina de la raza —tales son las impresionantes lecciones. Por ciento veinte años Noé predicó fielmente y vivió heroicamente. Sólo siete convertidos recompensaron sus esfuerzos: su esposa, y sus hijos, Sem, Cam y Jafet, junto con las esposas de ellos. Sin embargo, Noé tuvo éxito: cumplió con su deber, y sobrevivió a la inundación.

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04-Período postdiluviano, desde el 2348 al 1921 a.C.

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Período postdiluviano, desde el 2348 al 1921 a.C.
Desde el diluvio hasta el llamamiento de Abraham
Génesis 8.10—11.26


1. El segundo comienzo (Génesis 8.15—9.29). El arca llegó a ser la segunda cuna de la raza humana. De ella, Noé y su familia salieron a una nueva prueba. a. El altar y el pacto.— Noé había preservado siete de cada especie de animales limpios. Su primer acto, después de salir del arca, fue construir un altar y hacer una ofrenda a Dios de toda bestia y ave limpias. Como señal de aceptación de la adoración, Dios hace un pacto con Noé y lo sella con su bello arco iris de promesa. Los principales puntos del pacto fueron: 1) no habría otro diluvio; 2) el hombre habría de multiplicar y llenar la tierra; 3) se confirmaba la ingesta de alimento animal; 4) la pena de muerte por el asesinato forzaba al respeto de la vida humana como santa.
b. Destino de los hijos de Noé.— Los incidentes con los que termina la historia de Noé son: el haber sido dominado por el vino, la falta de respeto de Cam, y la más moderada conducta de Sem y Jafet. Los contrastes naturales sirvieron de ocasión para la representación profética que hizo Noé de sus diversos destinos: 1) la maldición de Canaán (la raza de Cam), 2) la bendición de Sem, 3) el engrandecimiento de Jafet.


2. La génesis de las naciones (Génesis 10). El capítulo diez de Génesis es el más antiguo documento con autoridad sobre el tema de la etnología. Éste provee información sobre los descendientes de los hijos de Noé y de la distribución de ellos. 1) Cam tuvo cuatro hijos, los cuales se establecieron en los valles del Bajo Eufrates
y del Nilo. Las civilizaciones más antiguas fueron los camitas. 2) Los cinco hijos de Sem se establecieron al suroeste de Asia. Éstos fueron los ascendientes de los Caldeos, los cuales conquistaron a la primera raza camita que estaba en el
Eufrates; los asirios, los sirios, los árabes y los hebreos. Éstos fundaron el siguiente gran grupo de imperios. 3) Jafet tuvo siete hijos, de los cuales surgieron: los medas, los griegos, los romanos ytodas las razas modernas de Europa. Éstos se esparcieron ampliamente, pero por dos mil cuatrocientos años han sido las razas gobernantes del mundo.

3. La torre de Babel y la confusión de las lenguas (Génesis 11.1–9). Los siglos pasan. La población comienza a concentrarse en Sinar, sobre el bajo Eufrates. Éstos comienzan a construir una gran torre, con el doble propósito de hacerse un gran nombre y el de impedir ser dispersados. El plan de Dios, que había sido expresado en su pacto con Noé, era que ellos se distribuyeran y poblaran la tierra. Su pecado no estaba en su torre, sino en sus corazones. Dios frustró el propósito de ellos mediante la confusión de su lengua, lo cual los dispersó; de allí el nombre Babel, el cual significa confusión.

4. Las generaciones de Sem (Génesis 11.10–26). Estos versículos contienen la contraparte y la culminación del capítulo cinco. Aquél provee la línea de Set, desde Adán hasta Noé inclusive. Éste sigue la línea de Sem, desde éste hasta Abraham inclusive. Cada línea contiene diez nombres. Estas genealogías son algo más que registros de familia. Ellas se vinculan muy de cerca con el propósito primordial de la historia bíblica. Ese propósito es trazar el surgimiento y el desarrollo de la verdadera religión. Ese desarrollo sigue la línea de la promesa, la cual es también la línea de los hombres de fe. El Mesías prometido es la estrella de esperanza que se mira en el distante y borroso extremo final de la línea; mientras que Enoc, Noé y Abraham, son las figuras heroicas que surgen sobre el nivel de lo ordinario de estos primeros siglos.

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05-Período patriarcal, desde el 1921 al 1706 a.C.

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Período patriarcal, desde el 1921 al 1706 a.C.
Desde el llamamiento de Abraham hasta la migración a Egipto
Génesis 11.27–50

Introducción: Misión de los Hebreos.
Hemos visto (Génesis 3.15) el primer vislumbre de promesa de un redentor, un rayo de esperanza para la raza humana. La esperanza casi muere en medio de la corrupción que precedió y causó el diluvio. Aún después del diluvio, el cielo se volvió a nublar. Los primeros asentamientos de la civilización y el imperio del Nilo y del Eufrates, llegaron a ser centros de degradantes idolatrías. En algún lugar, alguien, tiene que adoptar una posición firme a favor del único y verdadero Dios, o la raza se pierde más allá de toda esperanza. Ésta fue la sublime misión de los hebreos. Por el momento,
Dios pasa por alto las razas de Cam y Jafet. Pasa por alto la gran raza semita, excepto una singular familia de la rama de los caldeos de esa raza. Para mantener vivo el conocimiento de Dios, y para que al final, a través de la “simiente” prometida, volver a poner a todas las razas en comunión con Dios —tal fue el propósito divino. De allí que el interés se haya centrado en los eventos, y no en los hombres, siendo solo unos pocos de ellos, los que fueran tocados. El historiador sagrado ha dado grandes pasos que cubren siglos, ha pasado de un evento cumbre a otro. De aquí en adelante el interés se centra en los hombres; la principal corriente de la historia se estrecha en un sola raza, la de los hebreos; y crece continuamente más y más. La historia de este período sigue las vidas de los cuatro grandes patriarcas: Abraham, Isaac, Jacob y José, aquellos padres peregrinos de los hebreos.



I. LA VIDA DE ABRAHAM
(Génesis 11.27—25.10)
Abraham, “el padre de los fieles”, y fundador de la raza hebrea, es uno de los grandes caracteres de todos los tiempos. Su vida se divide naturalmente en dos partes: 1) El andar errante, 2) El asentamiento en Hebrón.
1. El andar errante. a. El hogar del comienzo.— Abraham era un nativo de Ur, del bajo Eufrates, el asentamiento de las más antiguas civilizaciones asiáticas. Ya fuera Camita o Turania al comienzo, ésta llegó a ser semita por conquista. Era claramente idólatra (cf.
Génesis 11.31; Josué 24.2).

b. El llamado y el pacto (Génesis 12.1–3).— Aquí, él oyó el llamado de Dios a salir del hogar natal, de su parentela, de su tierra natal, y a que fuera a buscar una tierra que todavía no conocía. Desde el punto de vista religioso, este llamamiento, y su resultado, fue el evento más importante desde la caída. Dios juntó a este llamamiento con su pacto. Éste abarcó cuatro promesas: 1) Una gran nación; la cual se cumplió en el pueblo hebreo o judío. 2) Un gran nombre. Mientras vivieron, los Nimrods, los Faraones y los Césares ocuparon un lugar más grande según la estima del mundo, pero ninguno de ellos ha dejado una marca tan amplia en la historia, ni ha dejado tan impresas sus personas y sus ideas en la raza. Son tres las grandes religiones que vuelven su mirada a Abraham, a quien miran como el padre de los fieles: la judía, la cristiana, y
la islámica. 3) Una tierra; la cual se cumplió cuando se tomó la tierra de Canaán por parte de los hebreos. 4) Una bendición para todas las naciones; la cual se cumplió dos mil años después en Cristo, y en la proclamación del evangelio en todo el mundo. En círculos que están continuamente ensanchándose, ésta todavía está en proceso de cumplimiento.
c. La migración.— Cada una de las distintas vidas nacionales se arraiga en una migración; pero pocas migraciones son tan singularmente religiosas, ni tienen una luz histórica tan clara, como la de los hebreos. A la edad de setenta y cinco años, el poder cortar lazos de parentela y de tierra, y el salir sin ningún conocimiento de hacia dónde ir, tuvo que haber requerido una fe heroica. “Por fe… obedeció… y salió sin saber a dónde iba” (Hebreos 11.8). Un hombre así estaba capacitado para fundar una raza duradera, y para darle cabida a una sublime verdad —la de la unidad de Dios. Con su padre, Taré, su sobrino huérfano, Lot, y su esposa, se mudó al Eufrates superior, a Harán.
Allí Taré murió, y Abraham, todavía obediente al llamamiento divino, sale de la cuenca del Eufrates hacia la tierra de Canaán. Se encuentra ahora en una tierra extraña, en medio de una raza extranjera. En Siquem, Dios se le aparece y le renueva el pacto. “A tu descendencia daré esta tierra”.1 Ésta, pues, es la tierra. La migración se cumple. Por algunos años, Abraham anda errante de un lugar a otro. Se queda en varios lugares: 1) Betel, 2) el sur, 3) Egipto, 4) nuevamente el sur, 5) Betel. Aquí Lot y Abraham se separan; Lot se establece en dirección a Sodoma, en el valle del Jordán, y acaba por asentarse en Sodoma. 6) Abraham se muda a Hebrón, en el sur. Éste llega a ser el centro de una vida de mayor estabilidad. Pero siempre vivió en tiendas. En cada lugar construyó su altar. La tienda y el altar son característicos de su vida en Canaán.

2. La vida durante el asentamiento en Hebrón. Los principales incidentes de este período son:
a. La invasión de los caldeos.— En aquellos tiempos gobernaba a Caldea una dinastía elamita. Esta ambiciosa línea llevó sus conquistas hacia el lejano oeste hasta adentrarse al valle del Jordán. Los mezquinos reyes del Jordán soportaron el yugo durante doce años y luego se rebelaron. Quedorlaomer, el gobernante elamita de caldea, aplasta la revuelta y se llevó al pueblo de Sodoma, incluyendo a Lot. Abraham, con trescientos dieciocho siervos entrenados, se fue tras los cautivos y los rescató. Fue a su regreso que se encontró y fue bendecido por Melquisedec, el misterioso rey-sacerdote a quien Abraham le pagó los diezmos.
b. El matrimonio con Agar.— Habían pasado varios años sin que naciera el hijo prometido. Abraham y Sarai estaban poniéndose viejos. Por sugerencia de Sarai, Abraham tomó a la sierva de ellos, Agar, como una esposa secundaria. Esta llegó a ser la madre de Ismael, y de los antepasados de los árabes.
c. Institución de la circuncisión.— Abraham tenía ahora noventa y nueve años de edad. Sarai era unos diez años más joven. La promesa del pacto no se había cumplido todavía: Pues la promesa era a través de Sarai, y ella no tenía un hijo. Una vez más Dios se le aparece y renueva el pacto, sellándolo con dos señales: 1) Sus nombres, los cuales eran originalmente Abram (gran padre), y Sarai (contenciosa), pasaron a ser Abraham (padre de multitudes), y Sara (princesa); 2) el rito de la circuncisión fue dado como una ordenanza perpetua para el pueblo del pacto.

d. La destrucción de Sodoma.— Las ciudades de la llanura del Jordán se habían hundido en las profundidades del libertinaje, lo cual hizo que la continuidad de su existencia se convirtiera en una amenaza para las naciones de los alrededores. Dios decretó la destrucción de ellas y le reveló el destino de las mismas a Abraham, cuya intercesión, aunque no pudo salvar a las ciudades, no se perdió totalmente. Lot fue arrebatado de la hoguera como quien saca un hierro candente de la misma, aunque la nostalgia y tardanza de su esposa, la arrastraron en la tempestad de fuego y azufre que arrolló a Sodoma. Lot escapó hacia Zoar, y a través de sus propias hijas llegó a ser el padre de Moab y de Amón, cuyos descendientes fueron por largo tiempo, rivales de los hebreos.
e. El nacimiento y ofrecimiento de Isaac. — Abraham tiene ahora cien años de edad, y Sara noventa. Después de veinticinco años de vagar y de esperar, la luz del cumplimiento trae la promesa a la realidad. Sara da a luz un hijo, el cual es llamado Isaac. Pero todavía, otra prueba más dolorosa les espera. La fe de Abraham había triunfado sobre el amor por su propia parentela y tierra. ¿Triunfará sobre el amor por su descendencia? El misterioso mensaje llega a sus oídos: “Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”.2 Un mandamiento así golpearía nuestro sentido moral. Parecería un conflicto de deberes. No así para Abraham. El sacrificio humano era común; la época estaba llena de este tipo de sacrificio, y Abraham sin duda estaba familiarizado con el mismo. La lucha no estaba allí. La lucha era, más bien, entre el llamado de Dios por un lado, y el amor de Abraham por Isaac y su esperanza en la promesa del pacto por el otro. Él había adherido, como con ganchos de acero, su alma a esa promesa. Una vez más triunfó la fe (Hebreos 11.17–19). Aquí alcanzamos el clímax de la fe y de la experiencia de Abraham. Su hijo es salvado; pues Dios realmente no requería el sacrificio de éste. El patriarca vive para verlo casarse, con hijos que crecen alrededor de él. Abraham ve morir a Sara y la entierra en la cueva de Macpela en Hebrón, el único sitio que alguna vez poseyó en la tierra prometida. Allí también, él fue enterrado por Isaac e Ismael, después de un siglo de peregrinaje en Canaán. El mundo ha tenido pocos “Abrahames”. Ha tenido muchos “Lots”, que tratan de adueñarse de las ventajas del mundo a cambio de riesgos eternos. Lot y su raza pasaron como la niebla de la mañana; Abraham y su simiente han moldeado el destino del mundo para siempre.

II. VIDA Y CARÁCTER DE ISAAC
(Génesis 24.1—28.9)
1. Características de la vida de Isaac. La historia de la vida de Isaac se cuenta pronto.
Está entrelazada con la de su padre por un lado, y con la de su hijo Jacob por otro. La vida de Isaac traslapa setenta y cinco años de la vida de Abraham, y ciento veinte años de la vida de Jacob. Cada incidente importante de su vida pertenece más
apropiadamente a ellos. Como carácter histórico está bajo la sombra de ellos. Pasivo y amante de la paz, se rinde a su padre para ser ofrecido, está aparentemente bajo la influencia de su madre mientras ésta vive, y de su esposa después; y le cede un pozo tras otro a los filisteos, antes de pelear por los mismos. Su larga vida de ciento ochenta años fue vivida junto a, o cerca de, Hebrón, en el territorio del sur. No fueron suyos el granítico temple de Abraham ni la tempestuosa experiencia de Jacob. Sin embargo, como hijo de la promesa y heredero de la promesa del pacto que fue, el suyo es un lugar de honra entre los cuatro patriarcas del período. Anda en la sublime fe de Abraham, y Dios se le aparece una y otra vez para renovarle el pacto Abrahámico.

2. Su matrimonio y familia.
El hermano de Abraham, Nacor, había acompañado o tal vez seguido la migración de la familia saliendo de Ur, hasta situarse río arriba por el Eufrates, no más allá de Harán. Allí se había quedado. Temeroso de alguna alianza de la familia con los idólatras canaanitas, Abraham envió a su siervo de mayor confianza, a la familia de Nacor en Harán. De allí el siervo trajo a Rebeca, hija de Betuel, quien llegó a ser la esposa de Isaac y la madre de sus hijos gemelos, Esaú y Jacob.


III. LA HISTORIA DE JACOB
(Génesis 27.1—49.33)
Hay dos grandes capítulos en la vida de Jacob, los cuales corresponden a sus dos nombres, y a las dos distintas fases de su carácter. En el primero, él es Jacob (suplantador); en el segundo, llega a ser Israel (príncipe de Dios). La línea divisoria la marca Peniel, donde él luchó con el ángel y fue las dos cosas, vencido y vencedor. Ningún otro patriarca exhibe nada tan análogo a la conversión cristiana. Desde el comienzo hasta el final, los demás vivieron una vida de fe. Pero Israel, el príncipe, fue radicalmente diferente a Jacob el suplantador.

1. Jacob el suplantador (Génesis 27.1—32.32).
a. Su nombre.— Debido a un incidente durante su nacimiento, se le llamó Jacob: uno que toma por el talón, uno que hace tropezar a otro, suplantador. Aunque era el más joven, la línea escogida y el pacto habían de darse a través de Jacob; de allí que, a su nacimiento, se profetizara: “el mayor servirá al menor”.
b. La primogenitura arrancada.— Esaú era cazador, Jacob era “varón quieto” y dedicado a la agricultura. Esaú viene cansado de una persecución, listo para venderle su primogenitura a Jacob por una porción del potaje de Jacob, deshaciéndose así de la bendición del pacto, a cambio de una satisfacción momentánea. Tal carácter es poco calificado para fundar una nación permanente y una sublime religión espiritual. El “quieto” Jacob valora la primogenitura y la promesa del pacto, sin embargo, mezquinamente se las arranca a su hambriento hermano.
c. La bendición robada.— Llega el momento cuando el anciano Isaac ha de conferir la bendición patriarcal. Contrario al propósito divino expresado al nacimiento de los muchachos, él determina conferírsela a Esaú. Pero Rebeca no está dormida. Ella propone un fraude, y Jacob, fiel a su nombre, se presta a las maquinaciones de ella. La artimaña tiene éxito. El cegato Isaac y el ausente Esaú son engañados con astucia, y las manos del patriarca se posan con prístina bendición sobre la cabeza de Jacob.
d. La huida a Harán.— El primer efecto del pecado de Jacob fue que lo separó del padre al que había engañado, del hermano al que había defraudado, y de Rebeca, la tierna compañera de su culpa. Esaú busca terminar con su vida. Por sugerencia de Rebeca, Isaac envía a Jacob a buscarse una esposa entre su parentela en Harán. Es un viaje triste; —atrás, memorias de la niñez, sombras de su mezquindad, el espectro de la venganza por parte de Esaú; adelante, sólo Dios sabe. La noche sobreviene. Se acuesta a dormir bajo las estrellas. Los sueños de la noche toman forma de los pensamientos del día. No había totalmente abandonado a Dios; y tampoco estaba abandonado por Dios. En la visión de la escalera, Dios se le revela a sí mismo, como el Dios de Abraham, el Dios de
Isaac, el Dios del pacto, y le renueva, aun al pobre, falso Jacob, que huía, sus provisiones de gran alcance. Sobrecogido y humillado, Jacob se levanta por la mañana, construye un pilar con la piedra que le sirvió de almohada, le pone el nombre de Betel, casa de Dios, y jura, aunque con una actitud provisional que es propia de Jacob, que Jehová será su Dios.

e. La vida en Harán— En Harán se encuentra con uno que lo iguala, y éste es su tío Labán, quien lo hace caer en una treta, para que se case con su hija mayor, Lea, primero, sabiendo que Jacob también tomará a Raquel, de la cual se había enamorado al comienzo cuando la conoció junto al pozo. Pasa veinte años en el exilio. Por último, con grandes posesiones y una numerosa familia, vuelve su rostro hacia su antiguo hogar. En la medida que se acerca a los límites orientales de Canaán, se da cuenta de que Esaú está en marcha con cuatrocientos hombres para recibirlo. Una vez más el espectro de sus propios pecados, y de la venganza de su hermano, se levanta ante él. Su alma se retuerce con sentimientos de indignidad y de debilidad. Envía un presente tras otro para aplacar a Esaú. La familia pasa el río Jaboc. Jacob se queda solo en Peniel. Luego lucha toda la noche con un mensajero misterioso de Jehová. Por fin la oscuridad desaparece; el día amanece; el Jacob obstinado se rinde; entonces se gana la codiciada bendición, y Jacob el suplantador es convertido en Israel.

2. Israel el príncipe.
De aquí en adelante, Jacob es un hombre nuevo. Los hermanos se encuentran y se separan en paz. Mucho tiempo después, se juntan en el entierro de su padre. Cuando Dios le hace el llamamiento, Israel va en un peregrinaje a Betel. Su amada Raquel muere cuando da a luz a Benjamín, cerca de Belén. Sus hijos le irritan el alma por causa de la violencia de ellos. Pierde a José, el hijo amado de su amada Raquel, por veinte años. Benjamín es pedido por el gobernante extranjero de Egipto. Pero en medio de toda esta oscuridad Israel no se suelta de la mano de Jehová. Por todo lado, durante este período, él construye su altar e invoca al Dios del pacto de
Abraham e Isaac. El exilio y la adversidad y la esperanza del pacto obran en su carácter. Jacob se ha convertido en Israel, e Israel madura hasta tener una edad, en la que se le sazona y se le embellece. Las nubes por fin se rompen. José y Benjamín le son devueltos. El sol de su vida se pone cuando está en Egipto, y sus huesos descansan con los de su padre en la tumba ancestral de Hebrón.

IV. LA HISTORIA DE JOSÉ
(Génesis 37.1—50.26)
Introducción: La relación de José con el pueblo hebreo difiere de la que tuvieron Abraham, Isaac y Jacob. Éstos son antepasados de la totalidad del pueblo del pacto; él sólo es uno de los doce hijos de Israel, entre los cuales la nación embrionaria
de Israel se ha expandido. La futura nación podrá llamarse Israel, pero no José. José no es la cabeza del pueblo del pacto, y Dios no se le aparece así como lo hizo a los patriarcas mayores para renovar el pacto. Aún así, él y sus hermanos pertenecen al período patriarcal, y son clasificados junto con los patriarcas (Hechos 7.8–9). La historia de José es de lo más conmovedora, y su carácter es el más rollizo, de entre todos los de la historia del Antiguo Testamento. Reúne algunos de los mejores rasgos de los patriarcas mayores: la fortaleza y determinación de Abraham, la paciencia y la bondad de Isaac, la ternura y afecto de Jacob, la fe de todos ellos. Su vida se puede dividir en dos capítulos: 1) Su juventud en Canaán; 2) su edad adulta en Egipto.

1. Su juventud en Canaán.
Los incidentes de este período son moldeados por dos hechos:
a. El favoritismo de su padre. —
Fue un hijo que le nació a su padre cuando éste era anciano, el primogénito de Raquel, su primer amor, a quien consideraba su verdadera esposa. Otra causa más fue, sin duda, el carácter amable del propio José. El cariño de Jacob se mostró de varias maneras; fue notorio en una túnica de muchos colores (o de mangas largas), tal como las que vestían los príncipes —un señal, tal vez de que su intención era transferirle la primogenitura a José. El efecto pronto apareció en forma de celos por parte de los hermanos mayores. El que esto no echara a perder al mismo José, es prueba de su peculiar fortaleza natural, ya que la sobreindulgencia arruina más caracteres que la privación. Es de dudar que aún José hubiese desarrollado la robusta hombría que después demostró, si se hubiese quedado en la enervante atmósfera de la tienda de su padre.
b. El odio de sus hermanos. — Éste se intensificó por dos sueños que tuvo José. En uno de estos, los manojos de ellos se inclinan al de él; en el segundo, el sol, la luna, y once estrellas le rinden pleitesía a él —lo cual es otra evidencia para ellos, de que él está anticipando obtener la primogenitura. La envidia da a luz el odio; el odio es homicidio en estado germinal. La oportunidad de ellos viene, cuando Jacob envía a José de su hogar tribal en Hebrón, adonde están sus hermanos pastores, los cuales están con sus rebaños en la vecindad de Siquem. “He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños”.4Rubén, con el fin de ganar tiempo y poder devolverlo a su padre, propone ponerlo en una cisterna. Ante la ausencia de Rubén, con la sugerencia de Judá, José es vendido a una caravana que iba en ruta hacia Egipto. La odiada túnica, teñida con la sangre de un cabrito, lleva al cariñoso padre a creer que José ha caído como presa de las bestias salvajes. Cae el telón de una escena de crimen y angustia familiar.

2. Su edad adulta en Egipto. a. Su vida como esclavo. —
Como esclavo de Potifar, capitán de la guardia de Faraón, su habilidad y fidelidad pronto lo llevan hasta la cabeza del amo de su casa. Su misma virtud amenaza con arruinarlo. Acusado falsamente por la esposa de Potifar, es echado a la prisión.
b. Su vida como prisionero. —
José no es el tipo de hombre que se sienta a desesperarse. Como era valiente y útil, aun cuando estaba detrás de los barrotes de la prisión, se yergue nuevamente hasta un nivel de confianza. Después de interpretar los sueños de dos prisioneros que lo acompañan, es llamado a interpretar los sueños del Faraón. Esto se convierte en un trampolín para casi alcanzar poder real en el más orgulloso reino de la tierra.
c. Su vida como cortesano. —
Siendo virrey de Egipto, durante los siete años de abundancia, José almacena grano para los siete años de escasez que habían sido anunciados por los sueños de Faraón.
Los años de abundancia pasan, los años de escasez llegan y con ellos también llegan los hermanos de José, buscando grano. Ahora es su oportunidad.
Los manda a apresar acusándolos de espías. Retiene a Simeón como rehén, libera al resto, pero se rehusa a verlos, a menos que traigan a Benjamín. El viejo Patriarca se rehusa al comienzo a separarse de Benjamín; pero el hambre es un duro amo, y al fin consiente en la oferta que le hace Judá, de responder por el muchacho. En su segunda visita, José pone su copa en la bolsa de Benjamín y acusa a sus hermanos de robo. Entonces, cuando la conciencia es despertada, cuando están a punto de asociar sus calamidades con el crimen que habían cometido, cuando, por fin, Judá se ofrece noblemente como esclavo en lugar de Benjamín, José se da a conocer, y liberalmente les perdona su crimen. Jacob es traído, y el período se cierra con el pueblo del pacto mudado a Egipto. Pero, aunque José muere y es enterrado en Egipto, su encomienda al morir (Génesis 50.24–25) muestra cuán firme es su fe en las promesas del pacto, y en el futuro de su pueblo. El carácter de José es de singular integridad. Fue puesto a toda clase de pruebas que podrían concebirse: el favoritismo de su padre, la envidia y flagrante daño que le causaron sus hermanos, las insinuaciones de una mujer inmunda, cargando con virtud la pena por el vicio, la repentina elevación a un nivel de honor y poder, la oportunidad de vengarse por todo lo malo acontecido éstas fueron las cruciales experiencias de su vida. Ningún hombre fue tan probado como éste; ningún otro fue tan victorioso. Él es el ejemplo más espléndido de la historia del perdón humano; mientras que Abraham no fue tan uniformemente victorioso en su fe. ¿Por qué, entonces, es Abraham el que recibe la honra de ser “el padre de los que tienen fe”? Es claro que esto fue porque él fue “el Cristóbal Colón del viaje de la fe”. Abraham se adentró a mares desconocidos, en una tierra desconocida. José hizo su viaje a la luz de todo lo que Abraham, Isaac y Jacob, fueron e hicieron.

V. EL LIBRO DE JOB
A esta era pertenece el libro de Job. No es que fuera escrito tan temprano muchos siglos atrás; sin
embargo, los eventos, las escenas, el ropaje, la pauta, todos son patriarcales. Job es un poderoso jefe oriental a quien Dios le permite que Satanás lo despoje de sus posesiones y de sus hijos, y lo aflija con una abominable enfermedad. Tres amigos vienen a consolarlo. El cuerpo del libro consiste de un gran debate poético entre Job, sus tres amigos: Elifaz, Bildad y Zofar, un espectador llamado Eliú, y Jehová. Job conserva su integridad, y es restaurado al doble de su anterior prosperidad. El libro es probablemente un poquito de historia patriarcal idealizada. Tiene una base histórica, y está elaborado y adornado poéticamente. La dramática sucesión y relación de eventos, demasiado elaborada y poética para ser discurso extemporáneo, contribuyen a sostener este punto de vista. El tema de debate es el problema del mal la relación entre la calamidad y el carácter; el propósito, enseñar a los hombres a tener confianza donde no pueden ver.

NOTA: ALGUNAS CARACTERÍSTICAS
DE LA ERA PATRIARCAL

1. Era nómada.— Abraham, Isaac y Jacob fueron fundadores, no de ciudades, tal como lo fueron Menes, Nimrod y Asur, sino de una raza y de una fe. Ellos vivieron en tiendas. Ellos se mudaban de un lugar a otro. Sin embargo, no fueron unos andariegos sin sentido, ni ingobernables; eran peregrinos, migrando por el llamamiento de Dios, inspirados por un propósito sublime y de largo alcance.
2. Era patriarcal.— El padre era a) El gobernante de la familia. Tenía el poder de la vida y de la muerte. (Vea Génesis 22.10; 28.24). b) Jefe militar. Abraham encabezó una expedición en contra de los mesopotámicos. c) El sacerdote de la familia. Construye el altar y ofrece el sacrificio por la familia. d) El profeta de la familia. Es a él y por medio de él, que Dios da a conocer su voluntad y sus propósitos.

3. Concepciones de Dios.— Los patriarcas se aferraron firmemente a a) La unidad de Dios. No hay trazas del politeísmo que prevalecía. b) La personalidad de Dios. No hay ni pizca de panteísmo, ni de adoración de la naturaleza, la cual abundaba tanto en Egipto. c) La universalidad de Dios. Él es el Dios de toda la tierra (Génesis 18.25); el Dios de Faraón como también de Abraham y de Israel; él gobierna sobre el Nilo y el Eufrates, como también sobre el Jordán. d) La santidad de Dios. Dios jamás es desfigurado por los vicios de las deidades paganas. El juez de toda la tierra ha de hacer lo que es justo (Génesis 18.25).

4. Formas de adoración.— No había templos o fiestas establecidas; no había traza cierta de observancia del día de reposo, aunque la posterior ley de Moisés se remonta al hecho que Dios descansó después de la creación el día sétimo, y hay trazas de que el tiempo se dividiera en semanas (Génesis 8.10–12). Había altares toscos, sacrificios de animales, memoriales de consagración, votos, peregrinajes, oraciones, diezmos y el rito de la circuncisión.
5. Grado de civilización. — Aunque los patriarcas eran nómadas, no eran bárbaros. Llegaron a tener contacto con la más alta civilización de la época, en Caldea y Egipto. Eran pastores, sin embargo, practicaban la agricultura. Tenían dinero y joyas; Judá tenía un anillo que le servía de sello, y José una vestidura propia de un príncipe; y es muy probable que estuvieran familiarizados con el arte de la escritura que había florecido, tanto en el valle del Nilo, como del Eufrates.
6. Significado del pacto. — El pacto Abrahámico es la clave para comprender el período patriarcal y toda la historia hebrea. No hay duda de que la historia es intensamente humana. Todos los motivos naturales desempeñan su papel en las migraciones y en la vida familiar y nacional. Pero el hecho y el poder creativos los constituye el pacto.
Éste fue el que hizo a los hebreos distintos en el mundo. Los llevó a buscar continuamente una tierra, una nación, y una “simiente”, la cual habría de bendecir a todas las naciones. Esta promesa fue hecha originalmente a Abraham en Caldea; le fue confirmada a éste en Canaán, unas cinco o seis veces; les fue renovada expresamente a Isaac y repetidamente a Jacob. José basó su encomienda al morir, en ella; mientras que varios siglos después le fue renovada a Moisés junto a la zarza ardiente, y le fue expandida en Sinaí para convertirse en un pacto nacional. No hay forma de medir el poder creativo de una fe y esperanza tales, en el carácter de un hombre o de un pueblo. ¦

El tabernáculo

En el lugar santísimo (4.6 m) estaba el arca del pacto, la cual contenía dos tablas de piedra con los diez mandamientos inscritos, un tazón con maná, y la vara de Aarón que había reverdecido. La cubierta era un propiciatorio con dos querubines que lo adornaban. En el Lugar Santo (de unos 9.1 m por 4.6 m) estaban 1) el candelero de oro (o la lámpara); 2) la mesa para el pan de la proposición; y 3) el altar del incienso.
En el atrio externo (de unos 46.5 m por 9.1 m), estaban 1) el altar para las ofrendas quemadas (o el altar de bronce) y 2) la fuente de bronce.

MOISÉS
Los tres períodos de su vida

40 años como príncipe de Egipto

40 años como pastor en Madián

40 años como profeta que lleva a Israel por el desierto

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06-Período de esclavitud, desde el 1706 al 1491 a.C.

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Período de esclavitud, desde el 1706 al 1491 a.C.
Desde la migración a Egipto hasta el Éxodo
Éxodo 1—14


I. EGIPTO DURANTE EL PERÍODO DE
ESCLAVITUD DE LOS HEBREOS
La historia del antiguo Egipto, algunas veces es dividida en tres períodos:

1. El antiguo imperio. Desde la antigüedad desconocida hasta el 2100 a.C.
2. El imperio medio o de los hicsos. Desde el 2100 hasta el 1650 a.C.
3. El nuevo imperio. Desde el 1650 hasta el 525 a.C. Desde la expulsión de los hicsos hasta la absorción de Egipto por parte del imperio Persa.

En el primer período, Menes consolidó las tribus del bajo Egipto, y fundó la más antigua capital, Menfis, y la primera de las treinta y una dinastías que gobernaron sobre Egipto. Siglos más tarde, la cuarta dinastía construyó las grandes pirámides. Todavía más adelante, en este período, la duodécima dinastía trasladó el asiento del poder, a Tebas en el Egipto superior, donde inauguraron la era más espléndida del primer período.


Los hicsos o reyes pastores del imperio medio eran semitas intrusos provenientes de Asia. Fueron bárbaros y toscos al comienzo, pero eran organizadores capaces; bajo el gobierno de ellos, la civilización egipcia sufrió un eclipse. El nuevo imperio fue establecido por Amosis, el cual expulsó a los hicsos y fundó la famosa décimooctava dinastía, la cual incluyó a Thotmes III, el Alejandro de los Egipcios. Éste, con la décimonovena dinastía, constituyó la época más espléndida de la historia egipcia. Es probable que la migración hebrea, proveniente de Caldea, ocurriera en la primera parte, y su migración a Egipto, en la última parte del período medio. Esto explicaría la consideración con la cual los faraones trataron a Abraham, a José y a Jacob. Como semitas que eran, no compartirían el odio que los egipcios sentían hacia los extranjeros.

II. LA OPRESIÓN
Génesis cierra con una nota alta, de los hebreos teniendo el buen favor de los egipcios. Éxodo abre cuando se han convertido en una raza de esclavos. La tierra de Egipto se ha convertido en “la casa de esclavitud”. Hasta esta fecha, según la historia sagrada lo consigna, los que han pasado son siglos de silencio.1 Las dinastías pueden surgir y caer, guerras distantes pueden ser peleadas, espléndidos templos cuyas ruinas todavía asombran al mundo, pueden ser construidos; pero la simple gloria del mundo no tiene lugar en el registro divino. No es sino hasta el momento en el cual, un nuevo avance en la evolución de la redención prometida se da, que la historia es reanudada.

Por fin, “se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José” (Éxodo 1.8). Los más grandes beneficios son pronto olvidados. En menos de catorce años de Salamis, Temístocles desvaneció; en menos de diecisiete años de Waterloo, el duque de Wellington fue atacado por una turba de Londres. No podemos más que asombrarnos, de que tuvieron que pasar siglos, para que se borrara el sentimiento por el gran servicio que había dado el hebreo José. Es probable que el “nuevo rey” apunte hacia la revolución que sacó a los hicsos semitas de Egipto, y que restauró a los gobernantes nativos. Se supone que los faraones de la esclavitud y del Éxodo fueron Seti I, Ramsés II, y Menephthah, que fueron todos reyes de la décimonovena dinastía. Seti se alarmó por el rápido aumento de la población de los hebreos, y se acordó de la invasión y prolongada usurpación por parte de los hicsos; por ello resolvió romper el espíritu de los hebreos. Los redujo a trabajos forzados en los patios para hacer ladrillos; sin embargo se multiplicaban. Por fin, ordenó que todo hijo varón fuera echado al Nilo. Luego vino el libertador.

III. NACIMIENTO Y MISIÓN DE MOISÉS
En todos sus aspectos, ya sea como patriota, poeta, libertador, dador de la ley, historiador, u hombre, Moisés es el carácter humano más grande de la historia. Los faraones de las dinastías décimooctava y décimonovena dejaron sus poderosas obrasgrabadas en granito. Sin embargo, los nombres de ellos son sombras como las fotografías de sus momias, recientemente resucitadas. Moisés escribió su registro de unaraza y de una religión. Su nombre es más grande, después del lapso de treinta y tres siglos, que en la noche cuando le arrancó a Faraón su consentimiento para dejar salir al pueblo de Dios. Su vida se divide naturalmente en tres grandes partes: los cuarenta años en Egipto; los cuarenta años de exilio en Madián; los cuarenta años como libertador, líder y organizador de Israel. Su historia durante los últimos cuarenta años es la historia de su pueblo, y coincide principalmente con el período que sigue.

1. Los cuarenta años en Egipto. a. Su nacimiento y educación.— Moisés nació de
padres piadosos, éstos eran Amram y Jocabed, de la tribu de Leví. Los hijos mayores de éstos, María y Aarón, parecen haber nacido antes del edicto homicida de Seti. No así el tercer hijo de ellos. El nacimiento de éste fue mantenido en secreto para las autoridades, por tres meses. Cuando no fue posible mantenerlo en secreto por más tiempo, el hermoso niño fue puesto en el Nilo, dentro de una arquilla de juncos. La hija de Faraón lo descubre y lo adopta, dándole el nombre de Moisés. María, la cual había seguido el frágil artefacto y su preciosa carga, se ofrece para llamar a una nodriza, y trae a su propia madre. De manera que, en la providencia de Dios, el futuro amigo, emancipador y organizador de la nación, es criado en la más alta cultura intelectual que era posible en aquel tiempo en el mundo (Hechos 7.22); y, por su madre hebrea, en la más sublime fe espiritual que había en aquel tiempo en el mundo. b. La elección de Moisés.— Moisés llega a la edad adulta. El secreto de su origen hebreo es suyo. Cuando ve a un capataz egipcio golpear a un hebreo, él mata al egipcio, y esconde el cuerpo en la arena. Sin duda Moisés tenía sangre caliente, la cual podía latir con fuerza en sus venas ante la injusticia. Pero este acto no fue un impulso precipitado del momento. Según Hebreos 11.24– 26 y Hechos 7.23–25, dos cosas resultan claras: 1) Él había renunciado a toda la realeza que Egipto podía ofrecer, para hacer causa común con sus hermanos esclavizados; 2) él esperaba levantar a Israel para que ésta hiciera un esfuerzo por la libertad. Pero el tiempo todavía no era correcto, y tampoco su pueblo estaba listo. Las cadenas deben ponerse más pesadas, y Moisés mismo debe disciplinarse para su gran obra. Egipto fue una buena escuela para las artes y las ciencias; en el regazo de su madre, él había absorbido las lecciones primeras de religión; pero debe estar muy a solas con Dios, antes de estar preparado para su sublime misión. Estando en el desierto de Madián y en la soledad del Sinaí, con Dios como su maestro, él encuentra su “universidad”, y recibe su diploma.

2. Los cuarenta años en Madián. Moisés huye a Madián, al este del Mar Rojo.
Cuando se sentaba una noche junto a un pozo, vinieron a darles de beber a sus rebaños, las siete hijas de Jetro, sacerdote de Madián. Ciertos rudos pastores beduinos echaron los rebaños de ellas. El espíritu de Moisés, caballeroso, como lo fue con sus oprimidos hermanos, no lo iba a ser menos con las oprimidas doncellas. La oportuna ayuda de este fugitivo “egipcio” se convirtió en una favorable carta de presentación. Se casa con Séfora, hija de Jetro. Durante cuarenta años sigue la tranquila vocación de pastor en Madián. Allí se familiariza con el terreno tosco, a través del cual ha de llevar a su pueblo hacia la tierra prometida. Por fin, Dios se le aparece en una zarza ardiente. Se le revela como el “Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”,2 renueva el pacto que desempeñó tan vital parte durante todo el período patriarcal, y comisiona a
Moisés para que liberte a Israel. Moisés, quien había llegado a ser tímido y tardo para hablar, ahora, se siente disminuido ante la misión que lo ha de llevar a comparecer delante de las cortes y de los reyes. Pero, armado con señales sobrenaturales, las cuales eran sus credenciales de parte de Dios, y con una comisión para Aarón, el cual era su portavoz, Moisés regresa a Egipto.

IV. EL GRAN PULSO
Ahora sigue el más extraordinario pulso de la historia. Moisés se encuentra con Aarón cuando sale de Madián. Juntos comparecen ante los ancianos de su propio pueblo, dan a conocer su misión, y la confirman con las señales apropiadas. El oprimido pueblo acepta la misión de ellos, y se inclinan con reverencia ante el pacto de Dios con los padres de ellos. Moises y Aaron no tuvieron tanto éxito con Faraón. En el nombre de Jehová, ellos le piden que Israel pueda ir por tres días al desierto a hacerle sacrificios a Jehová. Hubiera sido bueno para Faraón, y para su pueblo, que hubiera concedido tan moderada petición. El primer efecto fue tan sólo remachar las cadenas y aumentar la carga. Al enfrentar el obstinado rechazo del Faraón, y los reclamos amargados de sus
hermanos cargados de trabajo, Moisés está a punto de acabársele su ingenio. Las diez plagas o “golpes” siguen, una tras otra; el agua convertida en sangre, las ranas, los piojos, las moscas, la lluvia, la muerte del ganado, las úlceras, el granizo, las langostas, las tinieblas y la muerte de los primogénitos.

1. Naturaleza del pulso. No fue simplemente una lucha entre una raza esclavizada y sus opresores, un pulso entre Moisés y el Faraón. Fue un conflicto entre Jehová y los dioses de Egipto. Casi toda plaga era una peste natural de Egipto; sin embargo el carácter milagroso de cada una de ellas se ve en varias circunstancias: su intensidad, su multiplicación en rápida sucesión; llegan y desaparecen a la palabra de Moisés; Israel está exento, excepto en el caso de las primeras tres; y finalmente, casi cada una de ellas es un golpe a alguna forma egipcia de adoración de ídolos.

2. La necesidad del pulso. Recuerde que en toda la tierra, era sólo una raza la que se aferraba a la unidad y espiritualidad de Dios; y éstos eran unos esclavos, en peligro de perder de una sola vez su fe y su identidad nacional. Los números, las riquezas, la cultura, el poder, en proporción de cien contra uno estaban todos en contra de ellos. Era necesaria una lección para nunca olvidar; y no fue olvidada. Los ídolos de Egipto se han desmoronado hasta el polvo o adornan los museos de antigüedades; el Dios de
Israel es adorado por el mundo civilizado. Las señales y maravillas ocurridas en Egipto llegaron a ocupar un importante lugar en la literatura hebrea. Llegaron a arraigarse tanto en la conciencia nacional que formaron una de las fuerzas más eficaces para sujetar a Israel a su fe ancestral en medio de las seducciones de un politeísmo envolvente.

3. El fin del pulso. El último golpe es dado. El ángel de la muerte toca a toda puerta de Egipto, desde la de los palacios hasta la de los tugurios, y los primogénitos caen muertos. Pero los humildes hogares de los hebreos están a salvo. Por obediencia a Dios, han instituido la Pascua. El cordero es sacrificado; la sangre de éste es rociada en los dinteles de las puertas, como una señal de la fe hebrea. El misterioso mensajero pasa por alto, sin causarle daño, a aquellos hogares, en los cuales el festín pascual es observado. Un gran clamor se levanta en Egipto. Los grilletes caen, e Israel es llevado a la libertad. Una última vez el corazón de Faraón es endurecido. Éste emprende la persecución; Israel está atrapado en un desfiladero de montañas, con el Mar Rojo en frente de ellos; el mar se divide; Israel lo atraviesa y es salvado; los Egipcios los persiguen, y son
ahogados en el mar.

V. EFECTO DE LA PERMANENCIA
EN EGIPTO
Aunque fue amarga, la esclavitud en Egipto logró importantes resultados.

1. Convirtió a Israel en una nación. Entraron a Egipto cuando eran un grupo de doce familias nómadas. Jacob y sus descendientes directos formaban un grupo de setenta personas. Incluidos los siervos, la tribu completa pudo haber sido de unas dos o tres mil personas. Si se hubieran quedado en Canaán, lo más probable es que se hubieran dividido en una docena de mezquinas tribus errantes. El residir en una tierra habitada densamente, bajo la pesada mano de la opresión, los compactó para formar una nación.

2. Los civilizó. Cuando salieron de Canaán eran nómadas. La medida de civilización que ya tenían, ya la hemos visto anteriormente. Pero no podían continuar siendo simples pastores en Egipto. Egipto es, y siempre debió haber sido, un país agrícola. Además, había sido, por mil años, el líder de la vida intelectual y de la civilización material del mundo. Los hebreos eran demasiado talentosos como para no sacar provecho de la larga permanencia en tal escuela. Moisés, especialmente, “fue enseñado… en toda lasabiduría de los egipcios” (Hechos 7.22); pero que tenía habilidosos lugartenientes, es evidente en el relato de la construcción del tabernáculo (Éxodo 25—40).

3. Los eventos de cierre los confirmaron en su fe nacional. Si hubiesen continuado permaneciendo en Egipto, podían haber perdido al final tanto su fe, como su identidad nacional. Pero Egipto se convirtió en el pizarrón sobre el cual Jehová obró las lecciones que Israel jamás olvidó. A pesar de las repetidas recaídas en la idolatría, con el tiempo fueron leales a la fe nacional. Y ahora han de regresar a Canaán a conquistar y a poseer la tierra en la cual, por doscientos años, Abraham, Isaac y Jacob habían permanecido como peregrinos. Pero no fue de inmediato. Unos pocos días de viaje los hubieran llevado a Canaán. Pero el trabajo de organización y cuarenta años de disciplina intervienen, antes de que estén preparados para poseer la tierra prometida.¦

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